manifiesto de Izquierda Liberal, corriente de C´s liderada por Antonio Robles
Muchos de nosotros abogamos desde siempre por la fusión de C’s y UPyD. La campaña electoral nos obligó a ser prudentes y aparcar la reivindicación de una unión que creemos necesaria. Pasados los comicios, quienes creemos que la defensa de esa posibilidad es legítima, hemos decidido proponerla al conjunto de los afiliados de C’s. En ningún caso pendía de los resultados electorales; de hecho, habíamos anunciado hace semanas que la propondríamos inmediatamente después de las elecciones generales.
Y lo hacemos porque saber distinguir lo accesorio de lo esencial de las cosas, es vital para distinguir lo que es importante de lo que sólo es circunstancial y menor.
Por razones que casi nadie ha podido entender, Ciudadanos y Unión Progreso y Democracia han concurrido a las elecciones generales del pasado 9 de marzo por separado. Un programa muy similar en lo esencial y un fin compartido: Hacer de España un Estado de Ciudadanos libres e iguales vivan donde vivan del territorio nacional. Tales premisas parecían razones sobradas para concurrir juntos. Pero no fue posible. Lamentarse ahora o buscar culpables ya no tiene sentido. Si la incapacidad para ir juntos fue un error, persistir ahora en buscar culpables abundaría en él. Lo cual no debe impedir encontrar las causas contextuales que lo imposibilitaron para evitar repetirlas y argumentar sosegadamente por qué es mejor ir juntos que hacerlo por separado.
Para lo primero volveremos a la frase inicial: “Saber distinguir lo accesorio de lo esencial de las cosas, es vital para distinguir lo que es importante de lo que sólo es circunstancial y menor”.
La rapidez con que se precipitó el nacimiento de Ciudadanos como partido político, junto a su enorme capacidad para despertar en la ciudadanía una esperanza de regeneración democrática, sobre todo en aquellos ciudadanos que no encontraban encaje en ningún partido político clásico, atrajo a un variopinta diversidad de expectativas, ideologías e ilusiones que no facilitaron la cohesión de grupo como hubiera sido deseable. Ello ocasionó no pocas desavenencias e intentos de control del poder que en buena medida nada tenían que ver con el proyecto inicial de Ciudadanos y sí con intereses propios de la inmediatez de la lucha diaria por el poder. Este problema de falta de autoconciencia del proyecto de fondo de Ciudadanos queda bien reflejado en la falsa afirmación de que el triunfo de Ciudadanos en las autonómicas con 3 diputados salidos de la nada, fue fruto de un venturoso milagro cívico. Nada más lejos de la realidad; quienes venimos de una larga y silenciada resistencia de más de 30 años, sabemos que Ciudadanos fue la culminación de esa larga lucha. Precisamente uno de los más eficaces triunfos del nacionalismo ha sido haber podido silenciarla y ocultarla. La mayoría de la población civil nada sabe de ella e incluso los propios militantes que se acercaron a esta lucha a partir de los manifiestos de los 15 intelectuales desconocían o desconocen incluso hoy esa labor previa.
Como consecuencia de esa falta de visión en el proyecto histórico de Ciudadano, se acabaron por imponer las rencillas accidentales de la actividad diaria por el control del partido a la hora de culminar un acuerdo.
Un ejemplo ayudará a entenderlo. Sitúense en un encuentro de fútbol de una reñida final de liga donde el objetivo es ganar el partido y conseguir el trofeo; pero chances circunstanciales menores del juego enzarza a jugadores en una riña que acaban por convertirla en prioritaria frente a los objetivos últimos del partido: Jugar bien, ganar el trofeo. La consecuencia es la expulsión de uno de ellos o de ambos de un encuentro donde en lugar de reforzar a sus respectivos equipos, los dejan en inferioridad de condiciones.
Salgamos del ejemplo. ¿Que es lo accesorio y qué lo prioritario en el problema que nos ocupa? Lo prioritario es el PROYECTO: Conseguir la máxima representación electoral para tener capacidad de influencia en la vida política de la mano de un programa histórico: Regenerar la vida democrática de los partidos, devolver al Estado las competencias que los nacionalistas están utilizando contra él, garantizar los derechos lingüísticos de todos los españoles, no negociar con el terrorismo y aunar esfuerzos para vencerle, garantizar un Estado constitucionalmente laico donde tal condición no sea incompatible con el respeto a las creencias individuales; convertir el sistema educativo en el motor del conocimiento y de la libertad donde sea capaz de unir en lugar de separar; en fin, hacer de España una nación sin fronteras internas donde todos sus ciudadanos tengan los mismos derechos y los mismos deberes.
¿Y qué sería lo accesorio?: Lo accidental, todo aquello de lo que se puede prescindir sin afectar para nada a la esencia del proyecto. En una palabra, las circunstancias, como el nombre del partido, los cargos y los avatares de índole personal. No nacimos para atrincherarnos tras las siglas de nada, ni para idolatrar a personas o garantizar sine día circunstancias personales sino para llevar a cabo unas ideas concretadas en un proyecto común. Si tal proyecto tiene varios nombres y es dirigido por diversas personas y tal circunstancia lo entorpece en vez de fortalecerlo se han de buscar los lugares comunes, los nombres comunes, las personas comunes que le garanticen el vigor necesario. En ningún caso es de recibo que personas acabadas de llegar a este proyecto se atrincheren por motivos subjetivos en sus circunstancias y dilapiden el esfuerzo histórico de fondo por el cual ellos mismo llegaron a estar en este proyecto y sin embargo, ni siquiera ya son conscientes de él.
Por supuesto, el análisis de lo que es accesorio de lo que es esencial vale tanto para Ciudadanos como para Unión, Progreso y Democracia. Y han de ser, no sólo sus dirigentes sino sobre todo sus bases quienes sepan distinguir lo uno de lo otro y actuar en consecuencia.
Es de vital importancia que nos demos cuenta del momento histórico por el que pasa el Estado Constitucional español. Son esos trances históricos por los que en contadas ocasiones pasa una nación y la determinan a ser una cosa u otra. Y hoy estamos en uno de ellos. Ya que los dos grandes partidos nacionales son incapaces de darse cuenta de su empecinamiento, habremos de ser otros, quienes debamos poseer la serenidad y la fuerza necesarias para defender la unidad y la igualdad del Estado más antiguo de Europa. Y para nosotros, unidad es ante todo igualdad ante la ley.
Proponer esta fusión no significa en ningún caso renunciar a recuperar la ilusión inicial que nos llevó a vibrar en La Paloma o a conseguir 3 diputados el 1 de noviembre de 2006. Al contrario, de lo que se trata es de extender, fortalecer y cohesionar el colectivo para poder sumar mayores fuerzas capaces de preparar el proyecto de LA TERCERA ESPAÑA.
Antonio Robles, en nombre de Izquierda Liberal